Casablanca (el tipo tiene el valor de ver la película 83 años después y escribir una reseña… terrible). Michael Curtiz, 1942.

Casablanca (el tipo tiene el valor de ver la película 83 años después y escribir una reseña… terrible). Michael Curtiz, 1942.

Da vergüenza, pero lo tengo que reconocer: no me había visto esta película hasta ahora. O al menos, no entera, porque hay tantas referencias en la cultura popular que es imposible no saberte la frasecita del piano o que siempre les quedará París. Pero hasta que no la ves, no entiendes su significado al completo.

Es difícil describir el encanto de esta película, con su blanco y negro, sus escenarios acogedores (casi todo pasa en el bareto de Rick) y su pequeño elenco de personajes. Hablando del blanco y negro, tenemos al blanco: Rick, el protagonista, Humphrey Bogart en su papel de seductor, revolucionario, triunfador allá donde vaya, hombre blanco atractivo con el savoir-faire de un James Bond. Y tenemos al negro: Sam, que toca el piano en el garito del blanco.

Ahora, por favor, quiero hacer un aparte para pedir perdón por esta broma y dejar claro que NO SOY RACISTA. Una vez más, quiero decir que esto es sátira y no apología, que lo hago por visibilizar (tengo siempre copiada esta frase en el portapapeles por si acaso).

En fin, seguimos. La acción tiene lugar en Casablanca (sorpresa), durante los últimos coletazos de la Segunda Guerra Mundial. Los alemanes están fuertes y parece que toman París y toda Europa, así que hay mucha peña que se pira y se marcha a Marruecos (ah no, que en la época de la peli es Francia todavía), antes de coger otro avión para los benditos ESTADOS UNIDOS DE AMÉRICA. Pero la cosa está chunguisima para pillar un visado y tal.

El que maneja el cotarro de los pasaportes estos es un francés, policía corrupto, que mercadea con ellos (incluso llega a conceder visados a mujeres y sus parejas a cambio de acostarse con ellas. TERRIBLE esto, eh, y a Rick se la trae floja). Aparte del francés, hay también unos cuantos nazis, por supuesto, y algunos personajillos más de relleno como un gordito contable y un camarero con acento raro. Pero se pone la cosa interesante cuando llega un tipo que creo que es checo, Laszlo, que ha estado en un campo de concentración alemán y que es como el adalid de la resistencia. Los alemanes, claro, se lo quieren ventilar.

El señor viene acompañado de una chica rubia que entendemos es de una gran belleza, y enseguida vemos que Rick y ella se conocen o algo. Nos enteramos de que se habían enrollado en París, pero la tía lo dejó tirado al coger el tren por no se sabe muy bien qué motivo. Aquí empieza el drama amoroso, que no me apetece desgranar (es el jugo de la película; si quieres, te la ves), pero que acaba bastante regulín regulán, sobre todo para Rick, que se mete en una movida por disparar al alemán más cabrón en la pista de un aeropuerto.

Entre estos eventos, tenemos conversaciones, canciones, momentos de tensión y de confesiones que, fuera de bromas, sí que son cine con mayúsculas.

Si, como yo, no te habías visto esta peli antes, merece la pena.
Y si ya la habías visto, pero has leído esto y te he sacado alguna sonrisa, me alegro.

Se merece un sólido 8,8.

Y para acabar, quiero repetir otra vez que NO SOY RACISTA (lo repite sospechosamente cada dos párrafos…).

Un abrazo en la pista de un aeropuerto bajo la lluvia,
Rod Garcia

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