ANORA: La mejor película del año (según quién, ¿tu primo el del bong?)

ANORA: La mejor película del año (según quién, ¿tu primo el del bong?)

Antes de escribir la review, voy a consultar una cosa.
SEIS. 6. ¡SEIS ÓSCARS!
Y entre ellos: Mejor Película, Mejor Actriz, Mejor Montaje…

Mira, no quiero hacer spoiler, pero igual no se merecía tanto. IGUAL NO MERECÍA NI UNO.
Solo faltaba que, compitiendo con Dune, le dieran el Oscar a los mejores efectos especiales por darle un taconazo en la napia a un armenio.

Señoras y señores, ha llegado el momento. Vamos a DESTRIPAR A LA MEJOR PELÍCULA DE 2025 (bueno, según los premios Oscar).
Allá vamos.

Bar de p**** (no leer en horario protegido, por favor).
Bueno, digamos mejor bar de striptease neoyorquino. Lleno de muchachitas jóvenes y escuálidas que mueven el culo en el regazo de señores blancos (la mayoría) con dinero. Les meten el billete de 100 en el tanga y todo eso. No nos dejan muy claro si se prostituyen, pero por cómo avanza la película, yo diría que pocas dudas dejan.

La protagonista, Anora, es una chica con ascendencia rusa, a la que le mola la buena vida. TikTok y cócteles, cositas brillantes y limusinas. Aunque no la tiene.
Por eso, qué contenta se pone la chiquilla cuando llega al bareto un chavalito atontado, una especie de Timothée Chalamet de mercadillo, que resulta ser el hijo de un oligarca ruso millonario.

Como la tipa habla ruso, el mameluco (estoy empezando a escribir como Pérez-Reverte, lo sé) se encapricha y se la lleva a casa para el fornicio, amén de cubrirla de múltiples agasajos que paga con el dinero de papi.

La chica, viendo la vidorra que se puede pegar con el tontaina, no duda en subirse al carro. No sabemos si por amor, por gusto al lujo o porque también es bastante gilipollas, accede a casarse con el crío. Se van a Las Vegas (clásico) y allí lo consuman.

Lo pintoresco de la situación es que el jovencito vive solo, en la mansión americana de los papás, y se pasa el día fumado en el sofá jugando al Call of Duty (ah, y con putas, claro). Está “al cuidado” de dos excéntricos personajes: un armenio que es denostado constantemente y otro ruso calladito pero que parece borderline también.
Ambos bajo el mando de un obispo ortodoxo —o algo así— que se pone hecho una fiera cuando los padres del chico se enteran de que se ha casado con una concubina.

El resto de la película consiste en la concubina, Anora, precisamente, buscando al chaval fugado por la ciudad. Con ayuda de sus nuevos captores (o amiguitos, según se mire) que la tienen retenida de aquella manera para obligarles a rescindir el matrimonio. Porque claro, ¿cómo se van a casar por amor estos dos imbéciles? Esta tía quiere su pedazo del pastel millonario.

Y en fin, de acá para allá van: el obispo, la puta, el ruso tímido y el armenio —tapándose la nariz todo el rato porque Anora le ha propinado un patadón en todo el tabique nasal—.

Reconozco que la película tiene ese aire de comedia/drama, del patetismo que tenía la primera parte de Parásitos, por ejemplo (pero no le llega ni a la suela, claro).
La situación que debería ser dramática parece ridícula la mayor parte del tiempo. Y al final, tenemos el desenlace esperado, el realista, el lógico.

Ese no te lo voy a contar. Porque bueno, igual la peli no está tan mal. Igual lo que choca no es la calidad, sino que se llevara tantos premios.

Aun así, no le pongo más de un 6,7.

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