El calvo con pala: Working Man o como Jason Statham entierra su carrera bien profunda

El calvo con pala: Working Man o como Jason Statham entierra su carrera bien profunda

¡No! ¡Por Dios, no! Pero Jason… ¿qué haces, hijo mío? Tampoco es que nos tengas acostumbrados a genialidades, pero esto…

Normalmente, cuando me planteo si la película que estoy viendo es la peor del año, al menos dudo un poco. Gracias a Working Man, ni un segundo he necesitado.
Que empiece el destripe.

Tenemos a Jason Statham metido a jornalero, trabajando para el típico tipo que siempre hace de latino en Hollywood (nunca me he molestado en aprenderme su nombre porque su carrera está condenada a ser actor de reparto. Y mediocre). Jason, al que desde ahora llamaremos EL CALVO PELEÓN, interpreta a un exmilitar británico retirado que, por supuesto, no quiere volver a esa vida de violencia y muerte. Tiene una hija, es un buen tipo, gana su sueldecito a pico y pala (literalmente) y conduce una pickup. Todo en orden.

Pero un día, así porque sí, secuestran a la hija del latino. Y este, conocedor de la faceta asesina de EL CALVO PELEÓN, acude a él para que la rescate. Básicamente, para que se marque un LIAM NEESON (otro día hablamos de eso, que también tiene tela). Al principio se hace de rogar, que si no, que ya no soy así, que tengo otra vida… pero enseguida le pueden los sentimientos, y le entra el gusanillo de repartir hostias. Hasta aquí, parecería una peli más de acción. Pero hostia puta, qué bizarradas y qué ridiculeces.

Lo primero: al calvo no le cuesta NADA matar mafiosos rusos, que son los que han secuestrado a la niña. A base de tiros se los quita de encima sin despeinarse, sin sufrir ni un rasguño, lo que ya de entrada le quita toda emoción. Luego está el tema de la estética de los rusos. Algunos parecen sacados de Eurovisión 2012. Otros ya directamente rozan el esperpento, como el malo malísimo: un cruce entre el Pingüino de Batman y un personaje descartado de Peaky Blinders, con bombín y trajecito. De risa.

Los secuaces, esos que te presentan como si fueran los jefes finales, los que supuestamente le van a complicar la vida al prota… son dos palurdos emos que dan más pena que miedo. Y, por supuesto, son despachados de dos tiros. Y esa es otra: ¿quién cojones hizo los efectos especiales? Los disparos en el pecho parecen explosiones de harina con colorante rojo. Una vergüenza.

Pero quizás lo más triste de todo es la actitud del calvo. Se lo toma todo como si estuviera rodando una peli de culto. Es como ver a un adulto haciéndole regates en serio a unos niños en un cumpleaños. Solo que los niños, en este caso, son prácticamente personajes con necesidades especiales.
No es broma, da vergüenza ajena.

En fin, ya he perdido bastante tiempo viendo esta basura como para encima estar escribiendo sobre ella. Pero si estas líneas os ahorran un par de horillas de sufrimiento, pues algo es algo.

UN PUTO 2. Si llega.

David Ayer, de verdad… debiste parar cuando hiciste la mierda de The Beekeeper, también con el calvo. Esto ya es pasarse.

Comentarios

Aún no hay comentarios. ¿Por qué no comienzas el debate?

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *