Cuando me dicen que una película está protagonizada por Hugh Grant, pienso en la sonrisita que pone el pibe, de perfil, en la portada de las películas que suele protagonizar. Normalmente, comedias románticas con un target que, digamos, no es un chaval de 30 años.
Pero, en el caso de esta peli, nada que ver con eso.
Nos encontramos con una peli de terror. Pero de las que tardan en arrancar. De las que te hacen dudar incluso de quién es el malo, de si el malo es tan malo o de si no hay malo incluso. Pero sí que lo hay.

Aquí empiezan a debatir sobre teología, para echar una tarde entretenida. El señor, que es un erudito, se marca un tremendo mansplaining y deja un poco descolocadas a las pobres chicas, que además se empiezan a poner nerviosas porque la mujer no aparece por ningún lado. Cuando le comentan esto al anfitrión, este les explica que, vaya, qué pena, pero que le tiene puesto un temporizador a la puerta y que hasta mañana no se abre (lo típico, vamos). Pero que no se preocupen las chavalas, que su casa tiene una salida por detrás. Pasen, pasen por este oscuro pasillo al fondo.
Y aquí empezamos ya con los SPOILERS.
No había mujer por ninguna parte (¿quién va a querer vivir con este loco?). Lo que sí hay es una estancia montada como una especie de capilla, con sus banquitos para el rezo y un montón de libros, para que nos hagamos una idea de lo inteligente que es el señor, que aquí continúa su turra. Les tiene preparada una presentación, incluyendo una analogía sobre religiones para la que se vale de un MONOPOLY (?).
Una vez acaba, el hombre les dice que ningún problema en que se marchen, que elijan una de las dos puertas (al parecer hay dos puertas). Y aquí tenemos el dilema: las religiosas tienen que elegir la puerta del ateísmo o la de la creencia. Y se cagan un poco. Se empiezan a montar movidas de que si el tío quiere que cojamos esta, que si lo que tenemos que hacer es ser honestas y pillar la de FULL BEATAS. En fin, que cogen una, ya ni me acuerdo de cuál, pero da un poco igual porque las dos llevaban a un sótano.
Aquí ya se destapa todo el secuestro que se olía desde el principio (más incluso que la tarta de la mujer falsa). Y no se lo pierdan: aquí en el sótano les tenía preparado otro show, con una vieja que resucita y, esta vez sí, la puta tarta. En fin, que aquí empiezan a pasar movidas: se corta un cuello, la chica que queda en pie corre y se mete por un túnel. Por el túnel, se encuentra una “granja de profetas”, por llamarlo de alguna forma, y todo es muy chungo. El Hugh Grant cada vez está más loco.
Y bueno, que pasan más cosas, pero no me apetece contarlas. Si has llegado hasta aquí sin ver la película, me sabe mal destriparte el final.
Y si te la has visto, ya sabes lo que pasa. 😉
Un abrazo,
Rod Garcia