Nosferatu, 1922 (qué más decir)

Nosferatu, 1922 (qué más decir)

🎬 Nosferatu (1922)
Dir. F.W. Murnau
🧛 Película muda, en blanco y negro. 103 años la contemplan.
☕ Planazo para verse una mañana de martes libre, con el café del desayuno.


Recuerdo esta película porque, cuando era pequeño, mi padre me hablaba de ella. (Hay que ser un poco cabrón para ponerle esto a un niño, la verdad). A mí no me daba mucho miedo, todo sea dicho, pero sí que recuerdo algunas imágenes: por ejemplo, a nuestro querido conde extendiendo sus manos huesudas, con unas uñas sin cortar desde hace siglos, o la sombra de su puño sobre el pecho de la mujer.

Encima, gracias a mi padre también, hice el ridículo varias veces por culpa de esta película: la cinta original, por supuesto, es muda, pero mi padre —cuando estudiaba Imagen y Sonido, o alguna FP parecida allá por los años 80— debió entretenerse cogiendo música de Pink Floyd y montando su propia versión de la banda sonora. Y me lo dijo, cuando yo tendría 7 u 8 años, pero de tal forma que yo entendí que mi padre HABÍA HECHO LA BANDA SONORA DE LA PUTA PELÍCULA.

Y claro, en alguna intervención en el colegio, yo, como hijo orgulloso, afirmé que mi papá había compuesto la música de Nosferatu. Afortunadamente, mis interlocutores eran otros niños de 7 años y una pobre maestra a medio jubilar, que probablemente se sacó Magisterio en tiempos franquistas. Decirles que mi padre hizo la banda sonora de una película muda que tenía más de 80 años dio como resultado la indiferencia de los niños y la extrañeza de la profesora, que seguramente pensó: “Este chaval debe de ser autista o algo.” En fin.


🎞️ Vamos al grano: Nosferatu es una obra maestra.
Quizás porque todo lo que se hacía en aquella época tiene ahora un velo de interés nostálgico que nos flipa a los más hipsters. Pero es que además: la fotografía, la historia, la caracterización… y el hecho de hacer una peli de terror en el periodo de entreguerras es bastante loco.

Supongo que ya todo el mundo sabe quién es Nosferatu. Para el que no: es Drácula, ya estaría.


📖 El argumento (con spoilers, evidentemente):

Lo que más me sorprendió fue recordar la historia. De crío me debió de importar poco, porque no recordaba que la peli tratara de “un agente inmobiliario”, como leí en una sinopsis. Y sí: resulta que el protagonista es un chavalín (aunque el actor podía tener entre 28 y 57 años), que vive feliz en una ciudad random alemana, con mujer, porvenir prometedor y trabajo en el Real Estate incluido.

Tiene un jefe asquerosete, con toda la pinta de avaro y de oler a sudor bávaro, que lo engancha para mandarlo a Rumanía a venderle un castillo en ruinas a un “señor rarete”. Seducido por la pasta, accede, y emprende el largo viaje dejando a su mujer en camisón en casa de otro señor que no sé muy bien quién es.

Llega al castillo tras ser advertido por unos aldeanos ebrios de que allí se cuece algo turbio. Conoce al Nosferatu, que no tiene mayordomo ni nada y lo recibe como una señora de Cuenca recibe a un reportero de España Directo: con toda la hospitalidad del mundo. Cenan, el chaval se queda a dormir, y empiezan a pasar cosas raras.

El conde se pone cariñosón con el cuello del agente, que empieza a tener visiones y duerme fatal, pero tampoco le pasa nada grave: es un poco aprensivo. Mientras tanto, su mujer también empieza a volverse loca y camina sonámbula en camisón por la baranda del balcón. Y en el pueblo, el jefe narigudo se convierte en lacayo del vampiro, así, wireless.

En el castillo, tienen movida. El alemán escapa saltando por una ventana y unas aldeanas lo recogen y cuidan de lujo. Mientras, Nosferatu considera que, ya con la compra hecha, puede mudarse al nuevo hogar. Contrata una mudanza con sus ataúdes llenos de tierra y se pilla un barco. La tripulación empieza a palmarla.

En el pueblo alemán, han encerrado al lacayo verrugoso, pero se escapa, y lo persiguen haciendo parkour por los tejados de la ciudad, en una especie de Assassin’s Creed con orgasmos en los tejados mientras le tiran piedras. Luego se baja, y hay un plano precioso con un espantapájaros al atardecer y los aldeanos corriendo detrás, solo le falta la música de Benny Hill.

El agente inmobiliario también vuelve al pueblo, pero Nosferatu llega antes y se instala en su nueva casa. Y bueno, llega el final: el vampiro parece que va a morder a la mujer, que ya está medio loca, pero calcula mal el cambio de hora, le pillan unos tímidos rayos de sol y peta.


🌞 Fin. Toda la maldad, toda la oscuridad, desaparece con unos simples rayitos de sol.
La moraleja debe de ser que, aunque la oscuridad lo invada todo, con solo un poquito de luz —de esperanza— podemos ponerle fin.
O que te cuides la vitamina D, vaya usted a saber.


🎖️ Nota final: 9/10
Por vieja, y porque el tal Murnau tuvo que echarle un par para hacer algo así en los años 20.

Ah, y por la banda sonora.

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